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La poética o el valor de dignificar la vida



Gustavo Montes Arias


Qué es lo más importante a la hora de narrar una historia en el marco del conflicto colombiano: ¿el hecho periodístico, las víctimas o la memoria? Esta es una pregunta clave al momento de indagar sobre el valor del periodismo que teje memoria histórica, plantea distintos retos de carácter ético y profesional, pero, sobre todo, pone de precedente un cuestionamiento sobre el lugar del periodista, su estilo y las formas en el trabajo que realiza.


Para resolver esa pregunta, la periodista Patricia Nieto da luces importantes desde su obra y desde sus reflexiones: el sentido del periodismo que construye memoria histórica es narrar el sufrimiento con el mayor cuidado posible, de modo que la belleza del lenguaje sea luz en medio de la oscuridad que rodea a los actos violentos (2021). En ese sentido, la poética no solo responde a un concepto propio de la lingüística y de los estudios académicos sobre el discurso; es una forma de hacer y de reflexionar, plantea los claroscuros de asuntos tan complejos como las manifestaciones violentas en el marco del conflicto colombiano y ayuda a ver entre la densidad de los hechos cuál es el centro de la historia y cómo sentar una postura propia frente a lo que se observa y se narra.


No es posible desligar la poética en este concepto construido a partir de la reflexión académica y del proceso creativo, de asuntos propios del rigor periodístico: narrar el conflicto armado interno con sentido poético y hacerlo desde formas alternativas como el periodismo de largo aliento y las artes, implica un trabajo de inmersión detallado y riguroso, así cómo enfrentarse a la incidencia y la persuasión de las narrativas hegemónicas y llamar la atención de las personas desde un relato otro, desde la versión alternativa de los acontecimientos.


No en vano, García Montero asegura que no hay “nada más fácil que interiorizar los discursos emitidos por los poderosísimos medios de control y homologación de las conciencias”. (2014, p. 4) Es allí donde entra en función el poeta: lograr ofrecer una versión tan cuidadosa y completa, que no busque la movilización de las masas como la tendencia de los medios hegemónicos, sino tan solo la conmoción reflexiva; que no arme las bocas de palabras reactivas, sino que deje planteada reflexiones surgidas del pensamiento silencioso. Y, sobre todo, que no busque calcular en una historia el número de reacciones digitales de una publicación ni la réplica aprobatoria de las audiencias, sino la dignificación de quienes protagonizan las historias narradas, de aquellos que entregan al periodista o al artista su relato para que sea la materia prima de una narración que les ayude a recuperar la humanidad perdida por las violaciones de la guerra.


La poética, así las cosas, va más allá de los asuntos relacionados con la forma; tampoco se encasilla en una función de discursiva de las palabras, Tiene, en cambio, una función eminentemente social. Es un recurso que ayuda a ver y leer en el relato ajeno la historia propia, a reconocerse en el dolor compartido, a usar las herramientas del quehacer propio para amplificar la voz de quienes durante décadas han mascullado su dolor en voz baja. Es la búsqueda de una voz propia, de una forma de abstraer los sentidos contenidos en una historia y, a partir de ello, crear en un nuevo lenguaje sin quitarle el lugar o restarle valor al relato que da origen a la creación propia.


En resumen, visto desde en ejercicio de análisis académico, investigación y creación que sustenta el trabajo en contexto, la poética es una forma de leer, comprender y narrar el mundo que rodea a cada sujeto; un método que no responde a especificaciones puntuales ni a una serie de pasos, solo a la construcción de sentidos de cada persona, cargando de un carácter genuino cada creación, cuyo objetivo, en el marco de las narrativas del conflicto y la memoria histórica, sí debe responder al mismo interés ético: hacer de la historia, desde la belleza del lenguaje, un lugar para que la dignidad resida, para que la paz tenga una tregua de parte de la guerra.

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